lunes, 13 de mayo de 2013

Décimasegunda.


Se fue sin pagar peaje,
tu corazón de ladrillos,
se birló los dos anillos,
las colleras y tu traje,
perdona si mi salvaje
soledad fue prohibitiva.
Pa' tu hoguera enarnecida
al fin hallaste consuelo,
has de estar mirando el cielo,
desde el suelo, boca arriba.

Feliz boda, sin rencores,
yo también se retirarme
a tiempo sin la alarmante
suciedad de resquemores.
¿Se calmarán tus dolores
en la verde Amazonía?
De mi socarronería
más sincera te deseo
el mordaz revoloteo
de mis pálidas sangrías.

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